lunes, 15 de junio de 2015

Grexit y Brexit, el resultado de una economía que sobrevive con mucha imaginación


(Publicado ayer en El Confidencial)

Piensen en una economía que no tenga poder ejecutivo (Gobierno), ni legislativo (Parlamento), ni cuentas públicas (Tesoro Público). Probablemente tendrán en la cabeza algo como Libia, estado fallido que no lo dirige ni controla nadie. Pues bien, muy cerca de Libia hay otra economía mucho más avanzada que no tiene esas instituciones mínimas necesarias para funcionar correctamente, hablo de la Eurozona.


Muchos se preguntarán ¿Cómo puede sobrevivir esta economía a un vaivén del estilo de una crisis de crédito? La respuesta es: con mucha imaginación. Resulta que la Eurozona la forman un conjunto de territorios (países) que sí que están bien organizados internamente y que han firmado entre ellos unos tratados con otros fines que, de repente, a través de una interpretación sumamente creativa, sirven (y obligan a los territorios firmantes) a mucho más de lo que parecía.

Se reinterpretan los tratados en vez de firmar unos nuevos debido a la lentitud e incertidumbres de los procesos de aprobación de los mismos. Esa creatividad que ha permitido los rescates a los estados en problemas y la compra de deuda pública por parte del BCE minimiza los daños pero no resuelve el rompecabezas.

Por si fuera poca la complejidad, resulta que la Eurozona tiene solo 19 territorios y los tratados que ahora sirven para mucho más los han firmado 28 territorios. Por lo tanto, hay dos problemas: primero, los 19 territorios de la Eurozona tienen que salir adelante sin las instituciones suficientes; y segundo, los 9 territorios que no utilizan el euro han visto cómo ha cambiado su relación con el resto de países porque se ha reinterpretado lo que ellos han firmado y no participan de la misma forma en el mercado común.

Esta situación es una olla a presión que debe saltar por algún sitio. Justamente se han levantado los dos territorios que más probabilidades tenían de saltar. Por un lado aquel de los 19 al que más le perjudica que no existan las instituciones necesarias (Grecia) y por otro lado, aquel de los 9 ninguneados con más peso específico (Reino Unido, su PIB es superior al de los otros 8 juntos).

Grexit. Grecia mantiene en vilo a la Eurozona porque sus ciudadanos no han aguantado más los ajustes exigidos desde Bruselas. Han elegido en las urnas a un partido radical que, entre otras cosas, pretende saltarse las normas establecidas para conseguir una reducción de la deuda del país. Al resto de territorios lógicamente les molesta su actitud porque es un estado que ha mentido para ingresar en la Eurozona y que, posteriormente, no ha cumplido sistemáticamente sus compromisos.

Brexit. Los ciudadanos británicos dudan de si conviene estar en la Unión Europea en estas condiciones. Están sufriendo algunos efectos negativos de la fuerte inmigración causada por mal funcionamiento de la Eurozona, tienen un riesgo regulatorio significativo porque se está reinterpretando los tratados que han firmado y no ven claro cuál es su papel en la nueva Europa. David Cameron, su primer ministro ha lanzado un órdago a la unión prometiendo un referéndum. Es una apuesta arriesgada pero útil para ganar el protagonismo que había perdido para redefinir la Unión Europea.

Los mercados financieros están a la expectativa. Les asusta que se pueda producir cualquiera de las dos rupturas. El efecto económico inmediato sería perjudicial para todos los territorios y devastador para el estado que rompa con sus socios.

En conclusión, dado que tenemos de facto una Europa a dos velocidades, lo que falta es dotarle de las instituciones necesarias a las dos organizaciones (Unión Europea y Eurozona) para que puedan coexistir de forma que todos los territorios integrantes estén cómodos. Una Europa a dos velocidades exige que haya dos comisiones y dos parlamentos, unas instituciones en las que participen los 28 territorios de la Unión Europea y otras en las que solamente estén representados los 19 de la unión monetaria. Además, en la eurozona es necesario que haya un tesoro público europeo, un conjunto de reglas muy bien diseñadas que penalicen automáticamente sin capacidad de reacción a cualquier país que incumpla sus compromisos y estabilizadores automáticos que garanticen la alineación de intereses de los socios.

En mi opinión, lo realmente relevante para los mercados financieros, la economía y la calidad de vida de los europeos no es si hay o no acuerdo con Grecia y Reino Unido, sino qué queda después. Qué Unión Europea y qué eurozona y cómo se relacionan entre sí. Si no mejoramos las instituciones, detrás de Reino Unido vendrán Suecia y Polonia y detrás de Grecia, Portugal e Italia.

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